Amistad en la incertidumbre: una conversación

Ilustración de María Pina @xmariapina.

En julio del 2023, nos encontramos en Taller Sirena, donde comparten espacio las ilustradoras Catalina Cartagena y Sofía Flores Garabito, junto con ellas y Antonia Alarcón, para hablar sobre la incertidumbre de dedicarse a las artes y cómo nos acompaña la amistad en lo inestable y desconocido.

 
Notas del episodio:
Puedes encontrar a Sofía como @sofiafgarabito, a Catalina en  @catalinagena, Antonia en @tramoya_ y Amanda como @amandina.catrala.
Ilustración de María Pina @xmariapina
Mencionados: 
Paula de la Fuente @paulacdelafuente 
Ximena Garate @veletamx 
Laguna MX @lagunamx 
Cafetería El Desastre @eldesastre_delvalle
Karina Cocq @karina.cocq 
Casa Jaleo @casajaleo
 

Transcripción del episodio:


Introducción (Amanda): Esto es Desbordes, el podcast de AmorAlCaos, donde exploramos aquello que nos superó o donde intentamos sobrepasar algún límite conocido, de ir a un más allá. Yo soy Amanda. En este episodio, conversamos con tres artistas chilenas, dos radicadas en Santiago y una en Ciudad de México. Nos reunimos en Taller Sirena, de Sofía Flores Garabito y Catalina Cartagena, cerca de Bellas Artes, donde hablamos sobre la incertidumbre de dedicarse a carreras artísticas junto a Antonia Alarcón. Sea en la disciplina que sea, ilustración, cerámica, textil, pintura, conversamos sobre la importancia de la amistad para atravesar, mano a mano, la incertidumbre.

[Transición]


Amanda: Aquí estamos en el taller de Catalina Cartagena y Sofía Flores Garabito, y nos acompaña Antonia Alarcón. Yo soy Amanda González. Vamos a hablar un poco sobre nuestros haceres, sobre la amistad y sobre estos tiempos de incertidumbre, entonces para poder empezar quisiera que ustedes se presentará pudieron contar un poco sobre ustedes mismas lo que sea que quieren contar, podríamos empezar por aquí.

Catalina: Hola (ríe), soy Catalina Cartagena, para que reconozca mi voz, y soy ilustradora, yo estudié ilustración, y también me dedico a la cerámica y ahora estoy volviendo al grabado, así que lo digo, grabado en metal. He hecho unas lino[grafías], pero tengo que hacer las pruebas de impresión. Estoy acercándome también de nuevo a ese proceso de dibujo porque he estado mucho en el digital en el iPad, y es como raro por la comodidad que encontré ahí, pero también es como es que volver al comienzo por donde uno también fue feliz. Y bueno, comparto este taller con Sofía. Con Sofía hemos compartido varios talleres, y este el último en el que hemos estado, o sea, hasta ahora y espero que un rato.

Sofía: Yo soy Sofía Flores Garabito, pero todo el mundo me dice Sofía Garabito y está bien igual. Soy dibujante, artista, profe. Me gusta decir que soy artista chasquilla, porque hago muchas cosas y no soy especialista en todas esas cosas, pero sí soy una entusiasta. Y bueno, acá estamos nuestro taller, Taller Sirena. 

C: Sí, Taller Sirena. 

S: Volvimos a este lugar después de varios años porque antes estábamos arriba en el tercer piso. Bienvenidas.

Am: Muchas gracias.

Antonia: Yo soy Antonia Alarcón y soy igual, artista chasquilla, yo también me siento así, me gusta mucho ese concepto, pero me enfoco un poco más en textil, en bordado y en tintes naturales. También soy maestra, y todas las cosas que se me ocurren, a veces investigadora, a veces hago cine extendido. Y puras cosas así.

Am: Hermoso. Muy bienvenida, muy bienvenida a todas y muchas gracias también por recibirnos en su taller.

Am: Quería preguntarles primero. ¿De hace cuánto que comparten taller ustedes dos?

C: Desde 2018 creo que fue, compartimos con Paula Cortés de la Fuente, que también es artista y yo con ella vinimos acá el patio de este taller y yo le enseñé un poco de cerámica, y ahí conversando, que fue como las ganas de tener un taller. Se vio que acá abajo era taller, aquí había tatuadores y atrás estaba Minigolf, la editorial. Y ella me dijo que en dl tercer piso estaban arreglando para hacer un taller. Entonces conversamos con Perri, que es al que le arrendamos y le dije a Sofía. Entonces fuimos las tres y era una pieza muy chiquitita, flaquita, pero yo estaba muy feliz, con un lugar donde trabajar y no estar en la casa siempre, porque me pasaba eso que en mi familia, o sea, mi hermana es músico, pero aún así yo siento que no entienden lo que es ser artista, pues como yo decía, “voy a trabajar”, pero quizás para ellos nunca fue como trabajar, porque no había horario ni contratos. Pero para mí siempre fue “voy a trabajar a mi taller”. Salgo en la mañana, regreso en la tarde. Desde ahí hemos compartido, y fue en pandemia en que cada una volvió a su casa, a trabajar ahí.

Am: Claro, sí, porque no se podía ya. Y en ese intervalo después volvieron a este, o sea, llegaron a este taller. 

C y S: No.

Am: Ah, ¡verdad que empezaron por otro! Me acuerdo de que había unas historias que tenían unos problemas con unas puertas.

C: Sí, se cayó la puerta (ríen) y la señora no lo quería arreglar, y después nos dimos cuenta de por qué no lo quería arreglar: era porque ella subarrendaba, no era su casa.
Am: Aaah, qué heavy.

S: Era una esa casa muy antigua, que era muy linda, pero eso de la puerta era muy complicado porque había que sacar el marco, y no encontrábamos a nadie, y era casa patrimonial.

C: El marco estaba podrido ya, y era muy pesada porque tenía vidrio, unas cosas para tapar. Y se vio que nos ofrecieron volver [aquí] y conversamos y fue como, ya volvamos.

Am: Ya, qué bueno.

C: Los ciclos de la vida.

Am: ¿Han pensado, en algún momento, “me gustaría tener un espacio sola”? ¿O les gusta y le encuentran más sentido a tener un espacio compartido, a convivir con otras personas?

S: Yo he pensado en estar sola, pero de pura amargada que soy. Yo siento que tengo un rollo con la soledad que no he podido entender muy bien, entonces a veces es como, “¡aaah, quiero estar sola!”, pero en realidad creo que es lo peor del mundo. Por lo menos a mí me hace muy bien venir para acá, porque si no, realmente pasaría mucho tiempo encerrada en mi casa no más. Acá veo la Cata o veo la Quetu, o a la Taca, que ahora también está acá compartiendo con nosotras, y bueno, ves la calle también. En realidad creo que es muy importante compartir con otros artistas, y también porque, por lo menos desde mi experiencia, en todo estos años que llevo haciendo cosas, bueno, evidentemente uno necesita su espacio personal de reflexión y de trabajo, pero también creo que es muy importante conocer a otros artistas, la vida de los otros artistas, y también porque siento que el arte es un trabajo, un oficio, y muchas veces es como “ah, los artistas son tan locos, son drogadictos”, y nosotras somos todo lo contrario porque venimos a trabajar y a tomar té.

An: Todas aquí con el chaleco y el tecito.

Am: No hay ni cafeína en esta mesa.

S: Bueno, y eso, entonces creo que sí, que es muy importante el trabajo colaborativo en la vida en general, más allá de ser artista. Trabajar en comunidades, conocer a tu comunidad y tu espacio, es esencial, así que sí, no voy a estar sola, no voy a tener taller sola, nunca, te lo juro.

C: Yo igual a veces lo he pensado, pero es como por temas de espacio, como, quizás tendría todo lleno de cerámicas y haría cosas grandes; pero también pienso que en realidad a mí me gusta venir al taller, me gusta ver gente, porque igual es algo muy solo. Y creo que yo me inspiro mucho en eso, uno se empapa igual en las ganas del otro: como, yo veo a la Sofía, así muy matea, haciendo sus cosas, y como que uno igual lo hace. Pero a veces igual las dos queremos sacar la vuelta y decimos “¿y si vamos a ver el mall chino?” y queremos salir a caminar un rato. Aunque este lugar es muy frío, eso es lo único malo, llega poco sol, entonces de repente queremos salir y no hay culpa. 

Ni la Sofía ni yo nos queremos impresionar en nada, y eso es bacán porque hay veces que uno igual viene, aunque no quiera trabajar, pero igual siempre algo sale, algo simple. Yo creo que eso valoro mucho y que en realidad con la Sofía tengo muchos años de amistad, y siento que tenemos muchas cosas juntas, pero también muchas cosas por separado y nunca nos aprisionamos, porque hay veces que yo falto harto o ella falta porque está estudiando, está haciendo la práctica, y nos extrañamos también, pero también creo que somos una excelente pareja (ríe). En general todo este año ha sido muy bacán ir y venir con la Sofi en la vida. Y es bacán porque en realidad tenemos visiones muy parecidas del hacer, somos bastante sencillas, no somos pasados a rollos. No sé po, aquí la gente que trabaja, con la que mejor nos llevamos, son gente que igual que nosotros, como trabajar mucho, como, eh… Son muy simples, o sea simples como en el tema de ellos personalmente como que en realidad lo que más habla por una final yo creo que es lo que uno hace con las manos que otra cosa, pues entonces yo creo que es bonito eso de este lugar. Qué hacemos, a mí me gusta como invitar gente, pero hacerlos trabajar. Como una vez a ti te invitamos Amanda, como si quieres hacer cerámica aquí, ven.

Am: ¿Les puedo tomar la invitación en un futuro? Porque voy a venir.

C: Sii, obvio.

S: Claro que sí.

C: Y antes cuando dibujábamos mal, siempre andábamos con la libreta. Igual yo extraño un poco eso de ir con la libretita como...

A: ¿De un lado a otro?

C: Claro, yo perdí un poco lo de ir con la libretita chica, estar ahí con lápiz palo y cosas así, pero claro, como se vuelve un trabajo muchas veces, es complejo porque…

A: Esa parte recreativa cuesta cuando se oficializa.

C: Sí, es distinto pero también porque uno dice “quiero hacer algo bacán”.

A: Claro, “necesito que salga el dibujo”.

An: Sí, porque todo se vuelve un potencial: una potencial pieza, una potencial lo que sea. tTmbién quitarle la ceremonia a veces algunos espacios es rico porque es poder volver a, o sea, a tener un hobby también.

Am: El espacio de tu casa también puede ser que no esté tan condicionado para crear, porque también pasa eso, que dices como, “estoy sentada en el sillón”, y en el sillón a veces estás haciendo tu trabajo, ¿no? Entonces dices “debería estar haciendo mi trabajo”, y no estás con el condicionamiento del sillón de “quizás leo un rato” o “me echo un rato” o “estoy un rato”, sino como que de repente, no sé, tener un espacio aparte, te genera tanto el permiso de decir “cuando estoy en ese espacio hago las cosas que tengo que hacer, y cuando estoy en mi espacio no lo traigo acá adentro”, ¿no? Te puedes dar lugar para otras cosas.

_Te quería preguntar a ti, Antonia, que yo sé que hasta hace unos meses, estuviste compartiendo un espacio de taller, ¿no? También con otra persona, con Ximena, ¿cuál es su apellido?

An: Garate.

Am: Con Ximena Garate, y hasta hace unos meses estuviste en ese espacio fuera de tu casa, compartiendo con otra persona, y después volviste al espacio de trabajo en tu casa. ¿Cómo ha sido ese cambio? ¿cómo fue el espacio antes? ¿Cómo te ha afectado?

An: Bueno, al principio hice una residencia en un espacio que se llama Laguna.

Am: Por contexto, nos encontramos en este momento en Santiago, Chile en el estudio de Sofía y Catalina, en Bellas Artes, y Antonia vive en Ciudad de México. Entonces las cosas a las que se refiere ocurren en Ciudad de México, a menos de que señale otra cosa.

C: Hasta que diga lo contrario.

An: La residencia consiste en que te prestan un espacio de estudio, o sea, no es un espacio de vivir. Y es un espacio compartido, y a mí me tocó estar con una muy buena amiga ahora, pero en ese momento no nos conocíamos, nunca nos habíamos topado en la vida. Se llama Ximena Garate, que tiene un proyecto que se llama Veleta, y ella hace reciclaje textil de velas de velero y paracaídas. Increíble. Son puros materiales que no se pueden reparar, entonces ella toma ese desecho y hace carteras, estuches… es increíble, búsquenla. Pero lo padre fue que, desde el primer momento que nos conocimos y no teníamos nada que ver; era un espacio abierto, y nos dividimos el espacio, pero era un chorizo, básicamente. Entonces dijimos, “ya, eso para allá es tuyo, esto para acá es mío”, y listo. Y el primer día que tuvimos juntas en el estudio, pasé a comprar unas galletas y se las llevé y le dije, “oye, te traje unas galletas, porque quiero que seas mi amiga, ¿podemos ser amigas?”

Am: El poder de las galletas.

An: Y me dijo, “ay, yo también te traje un regalo”, y me había llevado una bolsa. Y yo dije, ay, qué bueno. Y fue muy bueno, porque compartimos 9 meses. Sí, así de que “¡kling!”, y a mí me encantaba, porque además me encantaba salir de mi casa y volver en la tarde.

C: Eso es muy bueno.

An: A mí estar en mi casa… hay gente que le encanta estar en su casa todo el día, a mí no, a mí me encanta volver a mi casa, pero estar en mi casa todo el día, me muero, me dan ganas de sacarme el ojo con una cuchara. Entonces yo ando mucho en bicicleta, y me encantaba irme en la bici al estudio, y además que ahí hay otros talleres, y yo tengo amigas ahora en esos talleres, entonces yo trabajaba hasta una cierta hora y era como ya, es la hora del almuerzo, y vamos a almorzar. Salía del estudio y un poco también el estudio era muy rico, estaba en la azotea, entonces pasaban muchas cosas en ese lugar, va mucha mucha gente- Y como que volvía a la azotea y era el silencio, entonces a mí me gusta los polos, o sea, me gusta experimentar el bullicio para querer encerrarme y luego estoy harta estar encerrada, me voy a ir al mundo exterior. Como me gusta experimentar eso. Entonces cuando volví a estar en mi casa, me quería morir. O sea, me costaba mucho, estaba desesperada, y yo vivo con una amiga, que nos queremos mucho, nos llevamos muy bien, y por suerte tenemos un espacio de estudio porque ella también trabaja desde la casa, entonces cuando rentamos esa casa pensamos en eso. Y ella me veía como volviéndome loca, y ella no sabía qué hacer, yo pues estaba así como un perro encerrado, de, ¿qué hago? Y nada, fue reaprender, porque antes de eso yo no tenía un estudio tampoco, entonces fue como ay, yo ya he estado aquí. Yo ya sé hacer esto. Entonces el armarme las rutinas de nuevo para estar en mi casa fue todo un tema. Y por suerte, Mariana, que es mi amiga con la que vivo, estaba en la casa, porque también hacemos rutinas juntas. Ella trabaja y yo cocino, y comemos juntas, y luego cada quien vuelve a sus cosas. Pero yo trato siempre de trabajar fuera un poco, y mi práctica me lo permite. También, cuando volví a mi casa, estaba haciendo unas cortinas gigantes, era un encargo, y no me las podía llevar a ninguna parte. Yo casi siempre ando con el bordado en el bolso, o sea, para mí es como una práctica móvil, yo guardo todas las cosas y me voy en bicicleta a bordar algún lugar. Entonces era una desesperación de estar amarrada al espacio de la casa, y claro, he tenido que tomar ciertas disciplinas como las que dice la Amanda, como que en mi pieza nunca trabajo, ni siquiera en el computador, como nada, porque si no, no puedo dormir porque es contaminar ese espacio, aunque sea el único otro espacio la mesa del comedor o lo que sea, pero en la pieza, no, es ley. Porque si me pongo a tejer, y me quedo tejiendo, y me quedo tejiendo, y después en la noche no puedo dormir, porque al final no es como que cerró el changarro y dejas el tejido al lado y estás en tu pieza. Es súper rico esto de tener varios espacios para poder trabajar, y también tener la rutina como de “voy a trabajar”, “volví de trabajar”, como de dejar el sombrero con la gabardina en la entrada de la casa (ríe).

Am: Especialmente en estos haceres autogestionados, y de nuevo, si para la sociedad el ser artista es algo cuestionable, el ¿qué haces con tu tiempo libre? O, ¿toda tu vida es tiempo libre? O también la cosa de, ¿la pasas bien todo el tiempo? ¿Estás haciendo algo que te gusta todo el tiempo? Y uno es como sí, ¿verdad? Siento que estoy todo el tiempo en mi hobby o en mi peor infierno también. No hay punto medio, lo pasas pésimo o lo pasas genial. Incluso para uno que ya lo tiene más normalizado, porque tú lo estás haciendo toma también el repensarlo, el validarse, ¿no? Y como eso el poder llegar a tu casa y colgar la chaqueta como de, bueno, ya llegué de trabajar. Y creerte esa estructura, que también para eso creo que funciona mucho eso estar mirando a la gente cerca de uno, ¿no? Es decir, de esa persona, yo me tomo su trabajo súper en serio, por lo tanto, mi trabajo también me lo debería tomar así.

An: También lo de separar los espacios, y yo siento que mucha gente vivió eso en la pandemia, que son cosas que luego cuando eres artista trabajar desde tu casa te pasa todo el tiempo. Que es como, estás trabajando, pero hoy viene el de la basura; y estás trabajando, pero justo tocaron del gas, y tú eres la única que está en el edificio, porque estás ahí todo el día, entonces tú le abres hacia el medidor; todas esas cosas, cuando tienes tu espacio fuera de tu casa, también desaparecen. Es como, estás solo trabajando. Yo producía todo el tiempo todo el tiempo, y era rico y feliz, no estresada estando fuera de mi casa, como que ahora produzco menos. Estoy en mi casa y tengo que hacer más cosas, y además yo también es como voy a hacer este mail, pero bueno, voy a tener que ordenar primero los condimentos, ¿no? Tengo ese pendiente.

C: Siempre hay un culpita. Trabajando en la casa, para mí, se volvió un poco más tortuoso con el tiempo, hubo un momento en que ya no soporté la casa, como aquí hice todo, di todo de mí para trabajar en mi pieza y fue bacán porque logré muchas cosas, pero ya hubo un punto en que llevé las cosas del patio, porque era verano, pero después ya era como, va a venir el invierno, y yo no puedo volver a mi pieza, porque era siempre como estar acostada y decir, ¿y si avanzo un poquito más?

An: Claaaro.

C: Es una trampa después de cierto tiempo, sí.

S: A mí igual me pasaba. Antes de que estuviéramos en el taller de la puerta, estuvimos un rato sin taller, y estaba acá en el departamento, y claro, estaba todo el día pegada en el computador o sentada en el escritorio, y también me angustiaba mucho, y era como, tengo que salir a dar una vuelta y ver a alguien caminando al lado mío, porque ya no puedo estar todo el rato como tan ensimismada.

Am: A mí me pasaba cuando llegué a Barcelona, que no tenía amigos, y tampoco tenía tanto que hacer porque estaba de intercambio y estando de intercambio tenía menos clases. Entonces nada, tenía mucho más tiempo libre del que tenía en la Ciudad de México, que tenía muchas clases y mucha movilización, todo el tiempo que perdía en el tráfico. Entonces era el, ¿qué hago con todo este tiempo disponible sin conocer gente? Y también para poder salir de ese hoyo que es la cabeza a veces, y era ir a cafés y mirar al resto de la gente, y estar mirando y decir, esa persona está pensando en eso.

C: ¡Claro!

S: Sii.

Am: Vamos a ver que hay otras realidades, ¿no? Como ver los niños correr, ver a la gente conversar, ver a alguien trabajando en otra cosa, la gente sirviendo café, es como no sé, hay todo un mundo sucediendo…

C: Es que te pone en el aquí, te pone en el ahora. Porque si estás tan sola con tus pensamientos, los pensamientos empiezan a agarrar demasiada fuerza de lo que está pasando realmente en el cotidiano.

An: Sí, por ejemplo, a mí me pasaba eso cuando antes de tener el estudio hay una cafetería que es como mi favorita, o sea, yo aquí promocionando un montón (es el Desastre, en la Colonia del Valle). Que era súper loco esto y poder ir a escribir sobre todo a mí cuando estoy escribiendo, necesito salir de la casa. Y estar sentada con en una cuarto con gente que estaba escribiendo y todos, o sea, como que hay una parte de la cafetería que siento que es lo lindo donde como que hay un pacto de que la gente está trabajando y las mesas son ricas para trabajar, y la gente está en silencio casi siempre, entonces tú te sientas ahí sientes como, ¡sí, lo podemos hacer!

Am: Meterse en la sinergia del trabajo de otras personas

Am: Vamos a ver que hay otras realidades, ¿no? Como ver los niños correr, ver a la gente conversar, ver a alguien trabajando en otra cosa, la gente sirviendo café, es como no sé, hay todo un mundo sucediendo…

C: Es que te pone en el aquí, te pone en el ahora. Porque si estás tan sola con tus pensamientos, los pensamientos empiezan a agarrar demasiada fuerza de lo que está pasando realmente en el cotidiano.

An: Totalmente.

Am: Y no queriendo volver al tema de la pandemia porque ya está quemado, voy a volver a él más que nada porque ya hemos logrado tener una cierta distancia con ese momento. Entonces les pregunto, porque yo he notado mucho cómo cambiaron mis formas de relacionarme con otras personas, con mi propio trabajo y con mi propia soledad, que todavía no logran encontrar cómo encajan esas cosas después de ese gran momento de confinamiento y de distanciamiento, de esta sensación de cómo podemos hacer bolita y conectar con otros, al mismo tiempo que ese otro es una cierta amenaza. Yo creo que eso todavía nos deja muchas marcas para ahora. ¿Cómo lo sienten ustedes?

S: A mí me cambió harto la vida la pandemia, porque yo vivía en un departamento, y creo que me sacudió el terror. Pienso que yo no tenía tantas herramientas emocionales como las que tengo ahora, y en ese tiempo se me cayeron todos los trabajos que tenía. Y me fui de ese departamento, volví a la casa de mis papás. Es loco igual, porque esa precariedad en la que me sentí, como soy artista, mi trabajo no vale nada, obvio que fue lo primero que se cayó. Pero también después de la pandemia tuve trabajo. Salió el asunto de los talleres online. Como me di cuenta que igual dentro de esa catástrofe, quizás yo hubiese podido seguir en ese otro lugar; en realidad, no lo sé, porque ya pasó, pero sí me pasan varias cosas y hay una super chistosa que es que me mareo mucho y eso antes no me pasaba. Me mareo mucho, mucho, mucho. Cuando salgo con mi papá o ir a la playa me pongo muy mal, y eso antes no me pasaba, y también un asunto de la sensibilidad con los ruidos. Por ejemplo, ahora no me gusta ir a locales, como bares y cosas así, porque me molesta mucho el ruido y también me molesta mucho que hayan tantas personas juntas. Ir a marchas, ponte tú, también, ahora me genera una cosa que antes no me pasaba. Pero creo que eso ha incentivado un poco ser más ermitaño, pero también vivir las cosas de una manera, la vida de una manera más tranquila. Creo que eso me enseñó la pandemia, y también aprender a habitar la soledad, no como algo negativo, sino como un espacio de introspección. Tampoco tanto de estar pensando tanto en uno mismo porque creo que eso igual es súper agotador, pero sí, de, bueno me encuentro yo en este espacio, en mi pieza o en el living o en el taller, y en realidad va a haber otro momento en que va a venir otra persona y voy a estar acompañada, pero ahora estoy sola y puedo con eso. Creo que antes no. De hecho, cuando me fui a vivir sola en el 2018 en ese departamento que dejé, mi roomie viajaba un montón, una ilustradora, es Karina Cocq, y yo estaba de “no, ¡por qué Karina se va de nuevo y me quedo sola!”. Era muy dramático para mí, porque además en la casa de Pudahuel estaba mi papá, mi mamá, mi hermana, mi hermano, mi abuela. Éramos seis personas, entonces era otra forma de relación. Nunca estabas solo, todo lo contrario. Pero creo que yo ahora puedo sostenerme con mucho más valor ante ese caos, ante la incertidumbre. Aprendí mucho de la incertidumbre, que era algo a lo cual le tenía mucho miedo, y pude asumir que la vida está llena de cambios. Porque yo odio los cambios –ahora ya no tanto–, pero estaba así muy como, ¡no, porque está pasando esto! Así muy en la negación, y al final lo único que tenía que hacer era vivir esto, esperar no más a que pasara.

Am: ¿Para el resto? ¿Han notado diferencias en eso?

S: Igual que Sofi, yo siento que ahora ya me acostumbré, me he habituado de nuevo a las personas o al metro, lleno de gente, me daba mucho pánico al principio. Igual pensé al principio, “salgo, ¡y me muero! Salgo a la calle, ¡y me muero!” Iba a estar super hiper muerta.

Am: Es que claro, ese fue el mensaje.

C: Sí, po, estaba histérica. También me pasó, prepandemia, un año antes, que empecé terapia y en ese momento aprendí a estar sola, muy a la mala orque sufría mucho el flotar y el vacío; el vacío mío y el vacío de estar en un lugar, como mi casa sola, porque mi hermana estudiaba, mi papá trabajaba y mi mamá igual, entonces yo siento que, justo antes de la pandemia, como aprendí eso, en la pandemia misma no me asustó porque ya lo aprendí a disfrutar. Porque es difícil aprender a estar solo, es súper difícil, pero por no aprender, uno trata de llenar esos vacíos con muchas cosas que no necesariamente son necesarias en uno, o persona o vivencias. Como que uno se vuelve muy frágil porque acepta de todo en ese juego.

Am: A mí me pasó algo muy chistoso en ese sentido, que justo con la pandemia me pasó al revés. Nunca me ha costado estar sola y de hecho muchas veces rehuía a la gente, y en el colegio, en mi grupo de amigos me llamaban Perry, porque todo el rato estaban diciendo, ¿dónde está Amanda? (Todas se ríen) ¡Es que me escapaba de la gente! No era personal, no es que no quiera estar con ustedes, es que no quiero estar con nadie.

S: Claro.

Am: Entonces, huía. Y fue muy loco, porque llegando, estando de intercambio, lo que me era más natural era estar sola, y genial, y luego cuando empezó la pandemia, el estar todo el rato con alguien en una casa –vivía con una persona nada más, que en eso tuve bastante suerte, porque en las casas de muchos era todo el rato toparse con el otro– y nosotras nos metíamos a nuestros cuartos, salíamos de repente y después nos volvíamos a meter nuestro cuarto. Y éramos amigas y todo, pero después entré a estudiar y me hice un grupo de amigas, afortunadamente, que después que no nos dejaban ir presencial a las clases, nos íbamos a la casa de alguien a tomarlas juntas online. Entonces eso fue muy lindo porque generó un grupo de amigas súper cercano. Y lo que me sorprendió mucho era que ya no buscaba la soledad. Teníamos una estructura de “este es el horario”, no elegías clases, si no que todos teníamos las mismas clases, mismo grupo, dos años. Entonces antes, cuando era recreo, históricamente, yo huía, como ¡dense vuelta, miren para allá!, y yo corría. Y de repente fue distinto, como wow, no quería huir, quería estar con ellas. Nos íbamos a tomar un café y pasábamos todo el tiempo juntas ahí. Después no íbamos a nuestras casas y al día siguiente era como, ¡no va a salir una clase! ¿Dónde estás? ¡Las extraño! en el fin de semana. Y él estar viviendo con otras personas, después viví con dos personas más, entre mi mejor amiga que era como la pijamada eterna, que eso también es muy divertido, pero justo me pasó que tuve que aprender a vivir a convivir con gente. Y de repente me acostumbré tanto a estar activamente con gente todo el tiempo, que cuando llegué acá y empecé a vivir sola, se me había olvidado cómo estar sola. Entonces justo fue muy loco, porque la pandemia me lo hizo para el otro lado que en otras experiencias, que fue aprender a convivir con la soledad, porque a mí lo que se me daba más fácil era la soledad, y de repente tuve que aprender a convivir con gente. Y cuando volví a estar sola, fue como, ¿qué es este espacio? ¿Qué hago conmigo misma? ¡No me soporto! No puedo seguir conversando conmigo. Y ahora ya me acostumbré, pero es loca esa dualidad… ¿Para ti cómo ha sido, Antonia?

An: Creo que para mí lo más relevante fue que yo también empecé a hacer talleres. Un poco porque obviamente estaba la necesidad económica, pero también porque yo siempre he querido ser maestra, o sea, lo que más me gusta es la docencia y la pedagogía, y es a mí me encanta ser artista, pero me encanta dar clases. Y fue chistoso, porque por cosa de la pandemia, mi proceso de titulación se atrasó y se atrasó, y yo decía, ¡nunca voy a poder dar clases! Y de repente dije, ¿sabes qué? Se inaugura el Instituto de Antonia, certificado por mí misma, el título lo hice yo. (Todas ríen). Una foto conmigo. 

_Cuando empezó la pandemia tuve un accidente en bicicleta, en la primera semana de la crisis sanitaria, esa misma semana. Dije, no me voy a tomar la micro, es muy peligroso, mejor voy en bicicleta. Y tuve un accidente en bici que no fue mi culpa, se me cruzó un peatón en la ciclovía. 

Am: Y tú trataste de salvar al peatón.

An: Traté de salvar al peatón y ese peatón no me trató de salvar a mí. Cosa que me rompí toda la muñeca derecha, y yo soy diestra. Tuve que aprender a abordar con la mano izquierda, a escribir con la mano izquierda, y en esa época, y justo fue un momento de encontrarme con un montón de cosas de mí misma. Al principio solo por esa condición y también por el hecho de que nadie podía ir a verme, y era muy raro vivir este proceso de sanación en soledad, solo con mi mamá –pobre, fue una heroína en ayudarme en todo porque yo no valía un peso–. 
Y al mismo tiempo yo soy súper trabajólica, entonces como salió un apoyo de la Secretaría de Cultura yo voy a aplicar y haciendo vídeos y editando vídeos todo con la mano izquierda, escribiendo mi proyecto para la beca con la mano izquierda, y lo que fue muy lindo de todo ese periodo fue darme cuenta cuánto en verdad estábamos buscando apoyo comunitario, y cuánto lo podía encontrar. Teníamos un grupo de amigas y  todas íbamos a aplicar a la beca, entonces nos juntábamos en línea a comentar nuestros proyectos, como, tú que estás pensando, yo estoy pensando en hacer esto, nos dábamos retroalimentación. Y como haciendo esas cosas, yo dije, sabes qué, yo podría dar un taller de bordado, no? Y saqué una convocatoria y fue loco, o sea, la cantidad de gente que tomó la primera tanda del taller. Yo no lo podía creer y terminé armando tres grupos porque era demasiada gente. Y yo decía wow, qué onda, y al principio yo sentía que era una farsante, yo que les puedo enseñar a estas personas. Porque además todo era muy experimental y muy tratando de decir estamos acá, o sea, lo que yo encuentro que es muy lindo del trabajo textil es que puede ser muy comunitario. Entonces tratar de hacer ese entorno en el mundo digital era lo que yo quería lograr, entonces al principio era como, ya, la primera sesión todas se van a presentar y van a decir que hace y de dónde son y no sé qué. Bueno, todas se querían matar, no? Ya para la  doceava era como yo soy Pamela y vivo en Huesca, todos estaban así es que estamos y a mí qué me importa la vida de Pamela, no? En la cuarta sesión, “porque tú Pamela fuiste muy importante”, todas lloraban. De que, qué es este espacio y yo decía buah, qué locura. Era tratar de inventar todas las formas en las que pudiéramos estar juntas a través del entorno digital, entonces no bordábamos tanto en esa en la sesión en línea porque yo no le veía mucho sentido, sino que bordábamos en la semana para la siguiente sesión mostrar nuestros bordados, y yo les enseñaba tips, pero sobre todo era como, ah, mira decía alguien, no? Yo no, supe, cómo hacer este punto y yo como, ah, pues este justo Pamela, la persona ejemplo, cuéntale tú qué fue lo que hiciste. No ser solo yo, una persona unilateral, no, sino que se pudieran relacionar y teníamos una playlist comunitaria, entonces todas podíamos escuchar esta playlist mientras bordábamos.

S: Qué bacáan.

An: Y así escuchábamos la misma música. Posteaban cosas, teníamos grupos de whatsapp, y eso me encantó, ver cuánto la autogestión es muy potente, o sea, eso por una parte. Todo el mundo se hizo de sus herramientas en ese momento, y también de la comunidad, cuánta gente en verdad tiene muchas ganas de armar comunidad, o no solamente como de estar juntas, si no como desde la sensación de la comunidad real, ¿no? Y justo en esa época también hubo un terremoto en Oaxaca y nosotras armamos una rifa con ilustradoras. Entonces fue como, “hola, amigas ilustradoras”, les escribí y yo no doné nada, yo solamente dije, voy a donar mi tiempo y gestión y mi cuenta de banco, y todo esto para que esto salga-Porque una amiga hizo una rifa, y junto como nada, 80 lucas, 100 lucas, y estaba super triste. Entonces le dije como oye, si quieres yo conozco algunas ilustradoras, les puedo preguntar, y bueno, fue multitudinario, teníamos como 10 premios y todo el mundo quería donar y todo el mundo quería donar cosas, y de repente había chicas que decían nosotras queremos organizar nuestra propia rifa, también para ayudarlas, entonces juntamos estos premios y cuando nos den esa plata te la pasamos a ti y yo, no, pasensela a esta organización directo de aquí no? Y yo decía esto es muy potente, es muy potente que esto pase, que exista este poder de comunidad y autogestión, que cuaje tanto…

Am: es muy bonito ver eso, que uno se imagina que la autogestión es algo muy solitario, no? Y puede serlo, pero qué bonito que estas situaciones nos demuestran que de hecho la autogestión florece en colaboración mucho más que otras formas.

An: sí, porque yo siempre pienso en el meme de Spider-Man con el empleado del mes que es Spider-Man. (Todas ríen).

An: Porque muchas veces tú eres la artista pero también soy community manager y hago mis textos y hago mis presupuestos y hago mi contaduría y además soy dueña de casa y además cuido a mi gato. 

Am: Y cuido a mis amigos, y cuido a mi familia y demás. Y lo importante porque es eso, no sé, lo pensaba mucho a partir de lo que estaban diciendo de cuánto descubrimos dentro de la profunda soledad las ganas de conectar, no? Y lo mucho que sale desde conectar frente a; se los preguntaba justo por esto, en esta diferencia porque ahora que hemos vuelto como una cierta… No quiero decir normalidad porque es como que asume que esto es lo que tiene que ser, no? Pero sí, en lo que había antes, de cierta manera, nos alienamos más, no? Porque uno lo ve también, no sé si les ha pasado haciendo otros talleres, que también en ese reanudar de la vida, de las formas de vida anteriores, también la gente está más desconectada porque hay menos permisos no para estar en ese espacio, para estar en los talleres frente a la conexión que tenía la gente y que teníamos todos en esos momentos bien tensos, no?

C: Igual para mí algo muy importante y que cuando chica igual era muy difícil de gestionar, es que cuando tú trabajas con personas es súper difícil de repente soltar, confiar, en lo que va a ser el otro, o que alguien confíe en ti y uno saber decir, “es que a mí no se me da bien esto, pero esto lo puedo hacer y lo puedo hacer bien”, como que igual uno va aprendiendo a soltar, pero también hacerse cargo de la mejor manera. Y es súper difícil como hacer proyectos con gente. Nosotros tuvimos una editorial y éramos chicas, yo ahora lo veo, éramos muy chicas para hacer como querer hacer cosas tan grandes de repente. Que ahora hubiese sido diferente. Entonces igual es bacán saber que puedes gestionar y en realidad tú armas comunidades y es muy lindo saber eso, pues, poder ver que puedes darle a la gente lo que necesita para reunirse en un punto. Y que de ahí puede agarrar mucha fuerza porque en realidad, yo siento que las cosas no tienen que costar tanto y cuando las cosas van bien, como que fluye, es como una tierra muy fértil, entonces muy lindo eso como saber dónde uno puede poner esa gotita de agua y que va a crecer, uno va aprendiendo y va observando y también desde las carencias de uno también. Es lindo. 


Am: Justo con unas amigas armamos un colectivo en Barcelona, que es Casa Jaleo, que cuando lo estábamos armando, una de las primeras reglas fue nunca voy a pensar, o sea por ahí lo piensas, pero no se lo dices a la otra persona, yo lo haría mejor, sabes? No? Si es que otra persona se va a hacer cargo de algo. Y el también decir, mira, yo para eso no tanto no, por ejemplo, unas amigas no les gusta mucho hablar en público, y otra amiga y yo también nos gusta mucho el tema docencia, talleres y demás, entonces fue como vale, ustedes hablen en público. Nos invitaron a hacer una charla para un lugar para formación para preparación de exámenes de ciclo formativos, que son estas carreras técnicas allá. Qué fue lo que estudié yo. Y nos invitaron a eso, y dijimos, ya, quién quiere hablar? Y ellas dijeron nosotras no damos una hablando, y a nosotras nos gusta hablar, y listo, fuimos las dos, y juntas somos ese colectivo. No estábamos hablando por nosotras solas, sí decíamos este es nuestro nombre, pero nuestro título era el colectivo. Entonces después otras que fueron a pintar unos murales, y yo dije, mira, la verdad es que a mí los murales me agotan. Yo me quiero sentar en un café. (Ríen). Lo veo y me apabullo. Por ahí te hago así con el pincel y ya.

C: Te ayudo en el boceto.

Am: Sí, total. Y mi amiga que le gusta hablar es igual, entonces, otras amigas estaban en el taller de grabado, y ellas hacían y producían, y nosotras de, bueno, cuántos hay que entregar? Tres? Ya los tengo, vamos por un café. Y nos íbamos y luego volvíamos. Y las otras haciendo 27 grabados, una cosa brutal, y nosotras diciendo “yo no soy buena para eso y tú eres genial, entonces si quieres hacer eso, bacán. Nosotras hacemos esta otra parte” y todo era a título del colectivo. Entonces algo muy bonito lo que tú estás diciendo, y siento que si no hubiera sido por ese espacio de vulnerabilidad tan grande, como fue la pandemia, no hubiéramos estado tan en contacto con justo las cosas con las que no somos tan buenas. Porque estábamos en un punto de vulnerabilidad muy grande, eh? Todas teníamos una energía menor a la que tenemos normalmente, entonces podíamos decirle a la otra, mira, tengo que gestionar mi energía. Entonces si me pongo a hacer eso nos va a ir todas fatal porque yo voy a tratar de hacerlo y no voy a poder y me las voy a llevar a todas.

C: Todas al hoyo contigo.

Am: Claro, es un barco que se hunde. Vamos a economizar energía, entonces esto yo hago y tú haces esto. No te gusta Excel? A mí me gusta, te voy a hacer un excel detallado y te lo mando y tú rellenalo, y se acabó, o dime las cosas y yo lo bajo, sabes? y después la otra como hay que hacer esto, y decir es que lo pienso y me agobia, y la otra de no te preocupes, yo lo hago, y tú pones las etiquetas. Pero sí, siento que eso fue algo muy bonito, que nos dejó ese momento en el mejor de los casos, porque me imagino que para todo el mundo, también como era un momento de mucha vulnerabilidad, uno puede saltar mucho, también sentirse muy vulnerable y decir, ¡no! 

C: Igual cuando una es más joven, tiene más fuerza, o sea esa vitalidad, y una cae como en este papel de poder hacerlo todo, como ser súper bacán para todo, como gestionar, escribir, ser tu manager, tu fotógrafo, y es súper complejo, es súper difícil. Yo no saco buenas fotos, entonces le pido a mi amiga que saca fotos y hacemos un trueque o después yo le ayudo con algo.

S: Y es que además hay demasiadas cosas que hacer.

C: Y también una tiene que trabajar, o sea, estamos hablando de proyectos personales, pero también una tiene que trabajar y cumplir con otras personas. Y eso hace más complejo, tienes que ir estructurándolo para que alcance, pero tienes que siempre ir calzándolo, todo muy vivo, sí y también una misma, consigo mismo, porque yo siento como en estos momentos, cuando es más ganas de dibujar.

C, An y Am: Sí, a mí igual.

Am: Se me ocurrieron todos los dibujos, todos los proyectos…

C: Justo uno tiene ganas de experimentar.

Am: La cerámica más compleja.

C: Igual me da vida porque ser creativo es resolver, entonces estás dibujando, y en tu cabeza estás resolviendo otra cosa. Porque igual dibujar es como rellenar un espacio, me imagino que igual bordar, por eso escuchas un podcast porque estás rellenando algo en blanco.

A: Es otra inteligencia, sí. Entonces dicho esto, acercándose un final de este tiempo, que me gustaría que esta conversación fuese eterna, pero no todo el mundo tiene un tiempo eterno para oír. Dicho esto, respecto a estos estos momentos y esta comparación de momento y el estar viviendo este después, este post, cómo se sienten sabiendo también que estamos en un momento complejo, de muchas incertidumbres, si bien la vida siempre es compleja y llena de incertidumbre, hay cosas donde el mundo se vuelve mucho, no? ¿Se sienten con más herramientas? Pienso en lo que estábamos hablando ahora, ya vimos y ya vivimos una situación que nunca habíamos vivido antes. Que dio vuelta en nuestras vidas y que nos puso en lugares muy incómodos y encontramos compañía. ¿Cómo se sienten teniendo ese precedente frente a futuras incertidumbres?

C: Yo siento que para mí la pandemia fue en un primer momento la presencia de la muerte, o la idea, pero también me acuerdo que cuando yo decidí dibujar era el 2012, y era el fin del mundo, y yo era chica e igual me creí un poco. (Risas). Igual el 21 de diciembre estaba así… Y yo siento que en esas cosas, mi pensamiento fue que todo esto se puede ir a la mierda, nos podemos morir, pero yo, ¿qué estoy haciendo ahora? Estaba estudiando otra cosa y estaba pensando en la plata, como otro pensamiento de vida. Y dije bueno, si me voy a morir, que sea haciendo algo que me hace sentido en ese momento, que era dibujar, entonces siento que yo siempre voy a dibujar. Yo no sé si quizás trabaje y dibuje porque si las cosas se ponen muy difíciles, todos sabemos que el arte sufre mucho, pero para mí es un consuelo y una compañía de decir como el dibujo siempre va a estar, porque en realidad con un lápiz y un papel, estamos al otro lado. Cachai? Aunque no sea ganando, aunque ahora estoy muy agradecida de que verdad tenga trabajo y la gente nos apoye, nos lea, nos comente. Entonces yo siento que estar en esa presencia de que aunque pasan cosas malas, aún así nunca dejamos de crear. Nunca dejamos de hacer o de ingeniarnosla para estar en eso, y que yo siento que para mí es como algo de pase lo que pase, vamos a seguir haciendo esto, acomodando o lo que sea, sin en algún momento me toca hacer otras cosas entre medio que no sea lo que me guste, voy a hacerlo, voy a aprender de eso. Pero también nuestras manos siempre van a estar haciendo cositas con barrito, con lo que sea. Y para mí eso está bien. Yo con eso soy feliz, si puedo seguir haciéndolo hasta que sea viejita, yo feliz. 

S: Yo estoy muy de acuerdo con lo que tú dices porque la pandemia, o sea, como les decía, yo creo que a mí me impactó mucho, bueno, yo creo que en general, pero estuve en un estado muy depresivo y durante unos meses de la pandemia como que no quería ni dibujar, estaba así muy amurrada con la vida, y de repente, como que fue muy así de repente, 

C: Hasta que decidiste estudiar otra cosa.

An: ¿Qué estudiaste?
S: Estudiaba bibliotecología. Hasta que todo se fue al carajo y filo, como que necesito algo muy parecido a lo que dice la Cata que es tener plata, cachai? Y la verdad es que el otro día pensaba… estuve haciendo un trabajo de profe en Independencia, una comuna que está acá al lado, en una escuela de invierno y pensaba, qué heavy que desde que salí de la Universidad, he tenido trabajo. Quizás no son trabajos así, uy, qué bien remunerado o que hay momentos en los que de repente no tengo tanto trabajo como quisiera o muchas cosas que me gustaría que fueran más fáciles pero también no son tan fáciles porque este país es muy complejo, cachai? Entonces, bueno, pero lo que pensé en ese momento fue que di vuelta la idea de que me iba a morir de hambre. Porque era muy eso, como “ay, estudiaste arte, y en qué vas a trabajar”, y generalmente acá también hay una cultura muy arraigada al trabajo, sí de que tu vida es para trabajar, de en qué estás trabajando y, no sé, como que el trabajo es un asunto muy, muy, fundamental, y dije como, ay, mira, he estado en tantos lugares, he conocido a tanta gente siendo artista, y evidentemente va a seguir sucediendo, cachai? Entonces creo que estamos en momentos difíciles, siento que estamos en un momento de mucha confusión social, pero hay cosas que yo no puedo controlar. La pandemia, yo no la podía controlar. Entonces me tenía que entregar a eso. Entonces creo que la pandemia me enseñó a habitar como en un mundo sumamente imperfecto donde yo tenía ciertas herramientas, me podía cuidar lo que me podía cuidar y lo que ya me pasara, puta, iba a ser la vida no más, manifestándose, entonces a mí me gusta mucho el hacer desde el que me guste nomás. Obviamente como dice la Cata, hay que tener trabajo, a veces uno tiene trabajos que no le gustan tanto, qué sé yo. Pero también es como no sé, a mí me gusta hacer música, pero una música muy sencilla. Y el otro día pensaba, oh, yo de verdad quiero ser una señora que está en el campo y que le canta canciones a sus animales. Y estaba tocando, y dije, bueno, yo ya soy esa señora. (Todas ríen). Y está bien así. Entonces creo que hay como una suerte de conformidad, y como decías tú, Amanda, anteriormente, que no estaba grabado pero, que pasa con todo esto del calentamiento global o de la información y de esa angustia terrible, porque en verdad es terrible, es como bueno, yo creo que todos de alguna manera, o las personas que nos interesa esto, estamos tomando ciertas decisiones, hay poderes mucho más grandes que no podemos alcanzar, pero ya con que uno pueda hacer algo que le resulte coherente creo que, por último, eso te deja tranquilo, y está bien.



An: Sí, yo creo que como que yo empatizo mucho con lo que dices. Justo ayer le decía a una amiga como, bueno, lo que siempre soñé en mi vida, así mi sueño máximo, era poder despertarme sin una alarma. Esa es mi aspiración, que todo lo que yo haga, sostenga el hecho de que yo no me despierto con una alarma, porque a mí la alarma me destruye, me destruye la vida, o sea, es como mi alarma son unos pajaritos.
Am: Iba a decir, tienes la alarma más bonita del mundo.

An: Son unos pajaritos y yo… ese pajarito… y yo me despierto temprano, o sea, no me despierto tarde en realidad, no es para poder dormir hasta las 2 de la tarde. Yo he hecho todo por trabajar hacia esa meta, y así vivo. Y en realidad es loco, porque de alguna manera, el entrar en esta aspiracionismo súper grande, como querer ser un artista que va a estar en el MoMA. En realidad a lo que yo aspiro es eso, poder  levantarme tranquila. Un amigo les dice “certeza chiquitas”, porque de repente estamos buscando esta certezas muy grandes, ¿no? Y a mí eso también me angustia.

C: Da mucha ansiedad.

An: A mí me angustia mucho, y he hecho este ejercicio de las certezas chiquititas. Como que, ya, ok, no tienes una certeza muy grande de qué va a pasar, pero quizá tengo certezas pequeñas de que amo los espacios verdes, entonces eso eso quiero en mi vida. Y en ese sentido, entre la pandemia y la vida como que siento que yo tengo la certeza  de mi trabajo siempre es muy generoso conmigo, siempre me va a proveer en distintas formas. En ese sentido yo tengo cero solemnidad, “de esto tiene que ser solo así, yo soy un artista textil”. Tengo un amigo con el que hacemos tatuajes, y de nuevo, la gente me dice por qué no aprendes a tatuar tú. Y yo respondo que porque a mí me gusta trabajar con mi amigo. Me gusta trabajar con Pedro. 

C: No quiero tocar gente. (Todas ríen). Eso me pasa a mí con el tatuaje, no quiero, no quiero.

An: Y a mí me gusta estar con Pedro, que Pedro –Pedro, te amo–, pero es pésimo haciendo agendas. Y yo como, Pedro, yo armo la agenda. Y él se sienta, tatúa de 8 a 8 y yo hago la plática, le llevo la cerveza, anoto a la gente, cobro, me encargo de la comida. 

Am: Bueno, y haces los diseños.

An: Y hago los dibujos. Y él igual aporta sus dibujos, es una colaboración muy linda, pero eso es como esa esa onda de decir que podemos encontrar cualquier salida para estas cosas. En eso también el textil es muy generoso, porque puede ser una pieza de museo y puede ser un colcha, o puede ser una prenda de ropa, puede ser una bandera. Lo que quieras. Puede ser un hobby, puede ser clase, y y eso, siento que esa certeza me ha ayudado a seguir en ese camino. Y va a ser súper cursi lo que voy a decir, pero de verdad creer en que la gente ama el arte, o sea, y siento que la gente ama cien por ciento ama el arte, y yo siento que la gente que dice que te vas a morir de hambre con el arte, también ama el arte, o sea, no sé si lo tienen en conciencia, pero lo aman: les encanta la música, les encantan las películas, les encantan los libros, ropa linda.

Am: Me acuerdo de un momento en que estaba sentada con mi abuelo, hace dos años y mi abuelo es empresario, un señor muy empresario, muy patriarca, muy serio. Y tienen un cuadro, que está todo nevado y son unos árboles súper blancos y el agua está como de hielo, es un lugar súper frío, súper frío. Y hay un punto rojo de calor en medio de este cuadro, y me acuerdo siempre de mirarlo cuando chica y pensar, este cuadro me da miedo. No sé, era un espacio frío, muy, muy frío, y era raro también, y un día estaba sentada con él y me dijo, de la nada, “ese cuadro yo lo compré cuando hubo una serie de incendios en el sur, se quemaron un montón de árboles en los 70, y me acuerdo cuando llegué allá y estaba todo lleno de humo y era terrible porque todo se había quemado. Y estaba volviendo de ahí, venía muy apesadumbrado de eso, y de repente se encontró con este cuadro, y como que vio todo este ambiente frío y los árboles sin hojas, y de repente ese punto rojo, y dijo, entonces lo compré porque me hizo recordar que después de eso siempre hay vida. Y yo, ¡señor, tiene sentimientos! (Todas ríen). Tiene esa sensibilidad, porque de todos los cuadros en esa casa los elegía mi abuela, entonces de repente me di cuenta de que ese lo eligió él, y lo eligió por eso. Más allá de que lo encuentro horrible, sé con qué lo conectó, por qué lo eligió. Y eso es muy bonito de lo que tú dices, a todo el mundo le gusta el arte.

An: Sí, y la experiencia la belleza y la experiencia de la creación, creo que confiar en eso a mí me sorprende, o sea, hasta cuando hago los talleres con la gente que más odio en el mundo… ay ya (todas ríen).

Am: No habla de ustedes, si han tomado un taller con ella, no se sientan aludidos.

An: Pero eso, uno recuerda que a todo el mundo le gustan esas cosas. Hasta las cosas que yo digo, qué cosa más fea, me produce fascinación. Alguien lo vio y dijo, yo quiero que esté en mi casa. Esa es una experiencia del arte, de la estética, y yo siento que al final eso también me da una certeza y un cobijo también. 

C: Sí, qué bonito, o también como veía al Buzz Lightyear, me gusta esa torpeza, de la mano, igual trató de hacerlo mejor, con todo su cariño…

Am: Por contexto, estábamos viendo piñatas de Buzz Lightyear.

C: Sí, piñatas mexicanas.

An: A mí me encanta porque hay una carta que escribió con Kurt Vonnegut, y que es para una escuela que manda cartas a distintos escritores, así como, hola, cuéntenos sobre su oficio, y el único que contestó fue Kurt Vonnegut. Y entonces habla de la importancia de hacer arte y de crear, y dice, escribe un poema, aunque después botes a la basura, porque lo importante no es que la gente lo lea, si no que lo hiciste. Y eso es lo importante. Que todo esto que te pasa a ti cuando estás haciendo cosas, y yo siento que tiene toda la razón.

Am: Pues bueno, nada, agradecerles el espacio, agradecerles todas sus experiencias y sus comentarios, y todo lo que han compartido en este espacio. Y también decirles que justo a mí lo que me genera más sentido dentro de todo este contexto es justo esto. Estos espacios donde, o quizá lo que más aprendí durante ese tiempo, es que es necesario volver a tocar tierra con el otro, y decirle tú qué piensas de esto, para también darse cuenta de que el mundo es real en muchas formas distintas; entonces les agradezco mucho por esta conversación, porque yo también me voy más tranquila de aquí.

S: Gracias, también.

C: No estamos solas en este fin del mundo. (Ríen). Surfeando la lava con nuestras piezas. Así tejiendo a lo maldito.

Am: En una videollamada.

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