Soya y jabón

POV de Roberto Soto


En 2014 y con un internet muy limitado en la isla, recorría esas estrechas y antiguas calles de La Habana. Por ahí escuché a lo lejos en una ventana, cuyo balcón caía a pedazos, “Gee Gee Gee Gee Baby Baby” de Girls Generation, ¿quién lo diría? En el epicentro del socialismo latino escuchando música del enemigo de Rocketman. Entonces, eso quiere decir que la cultura surcoreana ha impactado hasta el último rincón del mundo, pero, ¿es tan increíble como lo pintan?


Mi intención era viajar a Disney, pero con la inflación tan alta y el dólar disparado, salía tan costoso que finalmente volví a mi plan inicial prepandémico, aprovechar los Cybermonday y conocer lo que más pueda de Asia. Era el turno de Corea del Sur; un tanto titubeante porque Kim Jong-un es una amenaza latente, pero ahí estaba la oferta, 15 días en Seúl y más barato que una semana en Disney. ¡De allá somos! Y rezando para que se le eche a perder el botón a Kim y no suelte un misil.



Primera impresión llegando en octubre / otoño: que país más seguro, limpio y ordenado pero, ¡es un caos de contradicciones! Me recordó mucho a Chile, que ha crecido de manera impresionante en un corto plazo, pero solo en lo económico, porque en lo social queda al debe. Un ejemplo de similitud es que tenemos nuestro propio caso de corrupción con Cathy Barriga, un verdadero K-Drama jugoso y vertiginoso, con historias inventadas para desprestigiar y cachetadas incluidas, pero que no le hace peso a la serie Queenmaker de Netflix. De forma contraria, el poder empresarial y político se opone a la amabilidad de la gente en la calle: pides ayuda y te la dan sin problema; cabe destacar lo impresionante que cada coreano que se me acercó, especialmente de tercera edad –que eran mayoría–, era para preguntar en un inglés perfectamente fluido de dónde venía, y wow, conocía mi país mejor que yo. Aprendan de geografía, japoneses flojos, y no discriminen a turistas con su “japanese only” en los carritos de comida callejera; sí, a ti te lo digo, vendedor de panes dulces de ese templo en Kioto.





K-Contraste

No te extrañes si vas a Seúl y de un Hyundai Department Store sale una chica con un look lujoso y con chalas Crocs, o que anden con el ondulín en su chasquilla a la espera de retocar su peinado, a pesar de que ya todo el mundo lo vio sin terminar. No te sorprendas si a simple vista, de cada 10 autos en Gangnam, 8 son de lujo europeo y 2 nacionales, lo que quiere decir que la canción Gangnam Style ¡¡tenía razón!! ¡¡Es verdad!! No es una caricatura, es increíble el estilo de vida de ese sector, ver tanto hombre con mocasín sin calcetín, emulando a un italiano de mal gusto, y a 3 chicas por cuadra como mapaches por haberse sometido a una cirugía plástica. Adoran el lujo y Europa, tanto que existen parques temáticos llamados Petite France e Italian Village. Asimismo, ser cosmopolita y hablar inglés es un deber social y signo de éxito, pero al caminar por la calle como turista, te persiguen con la mirada, como diciendo “quién es ese”, no en un sensación despectiva ni agresiva, si no de curiosidad. Me sentí como haitiano en ese Chile de Bachelet 2, cuando aquellas señoras con sus radares infalibles se daban vuelta a mirar con curiosidad y rareza a los morenitos, esa gente de color.



Seúl y Busan están llenas de contradicciones, calles plagadas de cemento y parques enormes decorados con Ginkgos ya amarillos por el otoño; paisajes hermosos como Isla Nami, para ser fotografiados y ensuciados con miles de turistas asiáticas que no paran de abusar de sus novios fotógrafos a la fuerza, o de sacarse selfies en tacos altos sobre la tierra de un pasaje, rodeado de sequoias, e interrumpen el paso, ya que una señalética indica que ahí es un punto instagrameable, mientras lo verdaderamente lindo de la isla se pierde, porque no salió en Winter Sonata. En Seúl la delgadez, delicadeza y blancura en la piel es una obligación, mientras que en Busan, quizás por el clima playero, te encuentras con cientos de afiches y volantes de gimnasio con físicoculturistas dorados, bronceados y que duele verlos por esos tremendos músculos brillantes y venosos, una real fuente de inspiración que hasta los artistas locales usan de referencia para la venta de souvenirs. 


La zona rural se ve impresionante desde el tren rápido que, corriendo a 300 km/h, se distinguen a lo lejos montes plagados de vegetación y localidades con “pequeñas casas” de 30 pisos. Asimismo, las grandes ciudades, repletas de edificios y rascacielos sin cesar, con formas futuristas, cubiertas de pantallas led gigantes curvas para publicidad, adornan e iluminan el lugar y se confunden entre los edificios empresariales con los residenciales. Mientras tanto en Seúl, te puedes encontrar con una tienda de lujo de la misma manera en como te encuentras con farmacias en Chile y en la puerta, un mendigo de tercera edad o un vendedor ambulante ofreciéndote fruta de dudosa procedencia. Si durante la tarde-noche entras a tiendas de K-Beauty en Myeongdong, muy estilosas por cierto, tendrás que pasar por los puestos de comida callejera olorosa; puedes cruzar avenidas enormes de hasta 7 pistas por lado atravesadas por pasajes enanos donde tienes que compartir el suelo con motos a toda prisa que no respeta espacio vital ni vereda, donde seguro encuentras algún escupo echado por un coreano con ropa Prada, elegante y sofisticado, pero sin capacidad de guardar su saliva en la boca y que posiblemente se haya rascado las bolas en un viaje en metro mientras presumía su bolso Gucci.





K-Color

Como buenos fanáticos del lujo, ostentan decorados llenos de color, nacarados y bordados en un sin fin de formas y significados sorprendentes, desde los 3 reinos de Silla, Goguryeo y Baekje hasta la actualidad, fiel reflejo de influencia china. Sin dudas, es increíblemente colorido y alegre, la decoración recargada, el uso salvajemente armónico de pinturas invade cada rincón de palacios y templos con flores plagadas de colores simbólicos de los elementos de la vida como madera (azul), fuego (rojo), tierra (amarillo), metal (blanco) y agua (negro).

De lo recargado a lo simple

Formas decorativas complejas y milenarias se contrarrestan con el minimalismo y simplicidad de los actuales artistas e ilustradores, que puedes encontrar en el Dongdaemun Design Plaza (DDP), epicentro del diseño, símil al GAM en Santiago de Chile, con acontecimientos históricos en su construcción y lugar de cultura y vanguardia. Ambos convergen en esta ciudad llena de tradición antigua y vanguardia extrema.

Seúl nocturno

Esperaba que las noches fueran azules, igualitas a las que muestran en los K-Dramas; una total decepción, la luz es igual de amarilla que en la esquina de mi casa y el centro de Santiago, así que queridos fanáticos de las series, no abusen de los filtros en sus reviews sobre Corea del Sur. Aunque debo decir, es real cuando en los dramas muestran los techos y azoteas verdes y azules. Doy fe que así son, y se ven hermosos y además funcionales, son de ese color para evitar el calor y tener ahorro energético. Fácilmente te encuentras con ese verde en techos, puertas, en el piso del vagón del metro, en las vigas debajo de un puente o en cualquier artículo decorativo en series que puedes ver por internet.







K-Aroma

Recuerdo la primera vez que llegué a Tokio, me bajé del metro, vi la ciudad y mis ojos se llenaron de lágrimas durante 5 minutos, pero no de emoción, el olor a comida y condimento ingresó por mi nariz golpeando todo a su paso. Desde ese momento, los olores forman parte del álbum de recuerdos y que marcan esa nostalgia de aquel sitio que, al igual que las respuestas de mis compañeros de colegio cuando preguntaba sobre el EJE, tienes que vivirlo para saber.


Para quienes han comido comida coreana, me dirán que huele a Kimchi, la verdad es que si, aunque no destaca tanto como creía o quizá se confunde entre tanto estímulo. Definitivamente el olor predominante que sentí fue soya, y debe ser porque no me gusta tanto, pero ese aroma a los brotes era el rey de cada plato en compañía del ajo. Se percibe a primera hora en la mañana cuando tomas el bus compartiendo espacio con personas recién desayunadas, se huele en el metro a la hora de almuerzo, se siente en la noche en los carritos de comida callejera. Ese olor que se intensifica aún más con la fritura y el vapor emanado por la carne y que se mezcla con la humedad ambiental, que en aquellos días fluctuaba en 80%. Un sauna gratuito para alguien que viene de Santiago que con suerte hay una pizca de agua en el ambiente.


Ese olor inconfundible se mezcla con otro aroma. ¿Les comenté que son amante del lujo? El perfume de moda: Jo Malone, ese a limpio aldehídico, obviamente europeo (pero no de los europeos que huelen a axila ni a calcetín sudado como de turistas franceses en templos milenarios). Aromas puros y suaves a jabones florales, como una brisa de jacinto y jazmín, como recién salido de la ducha, ese olorcito rico que te dice a gritos ropa recién lavada y planchada. Desde el momento que pisé el avión de Korean Airlines, ese perfume a limpio acarició toda mi nariz hasta ser mezclado por el olor a soya, ese mismo de la comida. Esas horas de vuelo fueron un preludio de lo que se venia.


Se entiende la necesidad de oler a limpio, la humedad es tan alta y las comidas muy fragantes. Aunque esa limpieza se contrapone con otro aroma que anda por ahí revoloteando: café. ¡Dios mío! que manera de haber cafeterías en Seúl, por cada cuadra por lo menos unas 3 cafeterías, grandes, pequeñas y enanas; lujosas y otras más simples; para beber ahí mismo o para ir caminando. “Americano Ice” lo que más se escucha cuando vas por un refresco. Lamentablemente, no soy tan fan del café porque me saca espinillas, siempre lo evito, pero no puedo comprender como les gusta el café helado sin azúcar. En su lugar, y como buen santiaguino preferí los tecitos y probar el “misugaru”, que sabe a leche con harina tostada, delicioso.







K-Caos

Alrededor del 2011 escuché por primera vez K-Pop y quedé impresionado por los videoclips, el ritmo vertiginoso y caótico como montaña rusa, con mezclas sonoras entre el trap, house, techno, electropop, hip hop, funk brasileño, reguetón, drum & bass, etc. No me preguntes por el nombre de grupos ni menos sus integrantes, mi memoria con esa información es malísima y selecta y si son en otro idioma finalmente opto por lo simple: los chicos son “Jimines” y las chicas “Sunmi”; lo se, soy pésimo, jamás podré integrar un fandom. De seguro las ARMY, Bunnies u otros fandoms sabrán más que yo que estuve 15 días en ese país y he seguido durante más de 10 años las noticias relacionadas al tema.


Cabe destacar, que el fanatismo de los fandoms ha llevado a una ansiedad y caos frenético a sus integrantes que incluso las ha motivado a tener peleas por internet de quien es más fan de Jimin por tener o no una photocard original comprada y revendida a precio de oro, han recorrido todo Corea del Sur con SeoulWalker en YouTube o dicen que los coreanos son de X forma y que la cultura es asá sin haber ido y que hasta han inventado historias en TikTok que el rapero Jimin les vio y se sacó una foto e invitó a salir - solo para ganar más seguidores - o que Corea del Sur es el país perfecto porque se basan en reviews de tiktokers y una mezcla de referencias de K-Dramas, donde ellos son los galanes con historias de familias trágicas que salvan a la chica tonta pero de buen corazón.


Sin dudas, para mi Corea del Sur es un caos hermoso, chocante, vibrante y adictivo, y no miento, los K-Dramas interpretan muy bien y algo exagerada esa selva colorida y fragante. Tienes que vivirlo para saber, o bien, olerlo para sentir.


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