La mecánica de los disturbios

Un vistazo sobre desorden/desórdenes de nuestra sociedad (en total subjetividad).

Las imágenes nos hablan

El caos ha sido recurrente en nuestra historia, evolucionando a través de diversas formas y contextos; impulsados por una combinación de avidez, abuso de poder, descontento social, injusticia percibida, desbarajuste social, político, natural y un sinnúmero de otras razones según las latitudes.

En la retórica de la información, el caos sirve para definir todo, con una simpleza que hasta puede parecer grosera. Esas imágenes desoladoras que inundan los noticieros y las redes sociales, frente al estupor general o también la más absoluta indiferencia, deja una estela que va moldeando el curso de las historias, las individuales y colectivas.

Guerras, las revoluciones políticas-sociales, los ataques, las crisis económicas y hasta las catástrofes naturales, suelen servir como catalizadores, enfureciendo los ánimos y desencadenando respuestas en bloque, marcando hitos, desafiando el status quo y reconfigurando el panorama mundial… llevando consigo aspiraciones de cambio en el mejor de los casos y desenlaces.

Montaje: Florencia Berma / Música: Nacho

París, el desencanto

París, la ciudad de la luz, esconde realidades que nos escapan. ¿Quién no ha soñado o cumplido un sueño al visitarla? Incluso algunos se endeudan por deambular por sus calles y deslumbrarse con su esplendor arquitectónico y su encanto único. Sin embargo, bajo los majestuosos puentes que cruzan el Sena, se oculta una realidad menos reluciente.

En este relato, Sandra Courtine nos muestra esa dicotomía entre las sombras de la opulencia urbana y los invisibles, una comunidad (cada vez más numerosa) de inmigrantes y sin domicilio fijo: hombres, mujeres y niños que no encontraron refugio en el país que se jacta de ser un lugar de acogida “La France pays d’accueil” y de los derechos humanos.


@p_a_o_m_i_

¿MUELLE ALTO O MUELLE BAJO?

POV por Sandra Courtine

Mi secadora se ha estropeado, así que desde hace unas semanas envío a mi hijo a la lavandería los sábados. Pero esta noche tengo que ir tarde, después de cenar, por un problema de centrifugado.

Cuando llego, está concurrida y bulliciosa y el ambiente es agradable.

Una mujer ha perdido un euro porque la dosis de detergente no bajó. Está decepcionada, pero no enfadada; sólo lamenta que su falta de motricidad la retrase si va al supermercado. Ya es tarde y la lavandería podría cerrar.

Como vivo al lado, voy a buscar algunas dosis de detergente. No me ha dicho cuántas máquinas necesita, así que le doy 10. Se sorprende, pero me dice que las necesitará, porque hay otras cargas esperándola en casa a causa de la crecida del Sena.

¿Cómo es posible que la crecida del Sena inunde su ropa? No me la imagino viviendo en un sótano. ¿Vive en la planta baja de un edificio?

¡No! Al borde del río, en el muelle.

Se da cuenta de que no entiendo… silencio. Sólo depende de ella retomar la conversación.

Vive en una carpa, es su casa.

¿Quai haut o quai bas? ¿Muelle alto o muelle bajo?

– ¿Tan importante es saber la ubicación exacta?... quai bas por supuesto, las crecidas del Sena...

Gentilmente, ella continúa, no sin antes preguntarse por la validez de mi pregunta.

– Varias carpas se alinean bajo el túnel, se explica.

– Hace tanto tiempo que no voy, ¿ha cambiado tanto?

Me explica la diversidad de la población, la imposibilidad de ser acogido cuando se está en silla de ruedas... los servicios de urgencia que te rechazan, y comenta luego en otros que tienen menos posibilidades que ella. Porque ella tiene suerte. Aunque esté en silla de ruedas, puede andar.

Es francesa. No tiene adicciones. Tiene estudios. Enseña francés a extranjeros sin hogar.

Ella ayuda. Se preocupa, por los demás, los más débiles, los violados, los robados, los que no pueden levantarse de la silla de ruedas.

Me preguntó si alguna vez había intentado llamar a la puerta de una carpa (aunque puertas, claro, no las hay) . ¿Lo había pensado siquiera?

Ella no mendiga. La ayudé de todos modos (esa forma de no hacer nada).

No tiene rabia, ni amargura. Lleva consigo una tristeza justa y lúcida. Incluso tiene esperanza.

Es licenciada en arqueología. Se llama Nathalie.

Le pedí sus datos de contacto.


Sandra Courtine es una arquitecta francesa. Vive en París.

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