Cómo ilustrar las fachadas de Chile según Taller Piña

 

En pleno verano de 2025, cruzando la ciudad de asfalto caliente, llegamos a visitar a Felipe Soto de Taller Piña. Ubicado en una casa en Barrio Italia, el espacio se subdivide en oficinas que comparte con arquitectos. Al entrar en la suya, nos recibe un mesón grande que ocupa la mayoría del espacio, rodeado de cuadros de fachadas pintadas a mano con marcos a juego.

“Mi entrada al arte fue a través de la enmarcación”, nos cuenta. Nadie en su familia era cercano a lo creativo: su papá es contador y su mamá, enfermera. No fue hasta la universidad, cuando entró a estudiar arquitectura, que se fue acercando, pero tampoco sabía muy bien por dónde quería ir. “Cuando salí de la universidad, entré a trabajar a puras pegas que estaban relacionadas con retail, cosas con poco encanto, muy volátiles en el tiempo, ninguna trascendencia, entonces eso me frustraba un montón”.

En su computador, tiene una pestaña abierta con los edificios turri, que están emplazados a un lado de Baquedano. “Mira, antes solo tenían cinco pisos”, señala. “Eso debe de haber sido una terraza. Mira los detalles, las ventanas. La construcción era tan digna”. 


Sobre la mesa, se alinean al menos tres dibujos de fachadas asegurados con cinta. Están entintados y listos para pintar. Su taller es como un catálogo de edificaciones chilenas de diferentes sectores y períodos: desde grandes edificios en zonas neurálgicas de la ciudad, hasta casitas residenciales en calles escondidas. En el otro muro, señala un edificio: “mira ese vacío de ahí. ¿Sabes dónde está?” Le digo que no. “Es una de las torres Tajamar. Me encanta que decidieran dejar ese espacio ahí, que deja ver a través del edificio y juega con la simetría”.


Desde 2020, Felipe ilustra fachadas que elige él mismo o por encargo. Fue algo que gatilló la pandemia, donde tuvo que enfrentarse a organizar su futuro, “pensar hacia dónde iba a ir la micro”. Desde entonces, ha ido formando toda una colección de arquitectura chilena, donde se entremezcla la historia, los estilos y las emocionalidades.


Seguir el hilo de la curiosidad


Al salir de la universidad, en paralelo al retail, se fue encontrando con el trabajo en madera, y se comenzó a formar en enmarcación y recibir pedidos. “Fue a través de las personas que traían cosas al taller que vi la posibilidad de hacer algo con mis herramientas, y llevarlo a un cuadro”. Tomó clases de acuarela y se puso a practicar. “Dije, no sé si tengo el talento, pero sí la disciplina y las ganas de aprender la técnica, porque al final esto es algo que cualquier persona puede hacer, solo tienes que dedicarle tiempo y observación”. 

Como demostración, elige una imagen de la carpeta que guarda en su computador con casas y edificios que fotografía mientras camina. Agarra una relativamente fácil a su parecer: una vivienda blanca de fachada continua. Según dibuja, van apareciendo los detalles, “tiene muchos más elementos de lo que parece”, va comentando mientras traza a lápiz. En el dintel, se dibujan en relieve tres montañas. “Tiene una cordillera, ¿te fijas?”


“Lo lindo de ir dibujando las casas es que van apareciendo las firmas de los arquitectos, que muchas veces en realidad eran artesanos, en el caso de las viviendas sociales”. Escudos, vírgenes, hojas o cualquier otro detalle que le brinde identidad a las casas. “Con el mismo artesano que hacía toda la casa, le pedían que hiciera la fachada con mamposterías particulares, y eso habla de su historia, de hermosear su casa y su barrio”.

En una ilustración que fue un encargo, nos muestra un detalle particular: un escalón en la puerta de entrada. “Ese peldaño lo había hecho ella para su abuela porque estaba muy viejita. Yo lo dibujé, y cuando ella vio el encargo, lo vio al tiro hizo la conexión con ese recuerdo”. Por cada casa, la gente le lleva sus historias. Entre más le quieran contar, mejor, porque así se fija en esas cosas que son “las que a ellos les da alegría”.


Otra forma de caminar

A partir de la colección que lleva, sus ilustraciones han empezado a ser una suerte de catálogo patrimonial. “Hay algo de búsqueda de identidad de querer hacer algo que nos identifique a todos como chilenos, algo nuestro, que siento que hay poco, o lo que hay está como frustrado, medio escondido”. Señala que si bien hay una cierta identidad barrial, de cantautores, artistas increíbles, pero “mientras iba caminando, iba captando un patrimonio super escondido, que se mira menos y que se ha ido botando para sacarle más plata al metro cuadrado. Entonces a través de esto se está concretando algo muy nuestro, y que a pesar de que yo lo dibujo, aquí hay un trabajo aparte de arquitectos y artesanos, de pura belleza en las fachadas. Había armonía en la ciudad, había urbanismo”.

Saca una caja y nos muestra otro cúmulo de ilustraciones. Separa un par de casas y señala un detalle en la parte baja, una ventanilla. “Estas se usaban para darle aire a la losa. A veces eran ventanas para sótanos o espacios subterráneos, pero en general era para ventilar las losas del primer nivel, porque no tiraban hormigón. Hacían unos pollos y sobre eso tiraban un envigado de madera, y sobre eso, pisos de madera”.

Casas con las ventanillas de ventilación que comenta.


Al preguntarle si todo este trabajo de observación le ha cambiado su forma de recorrer la ciudad, apunta que ha comenzado a reconocer elementos arquitectónicos que se repiten, como la ventana redonda o las casas barco, arquitectura moderna y clásica, y que las ha empezado a agrupar. “Al principio eran como casas aisladas, ahora ya no, ya empiezo a reconocer esos elementos que quizás no son evidentemente importantes, pero yo los veo mucho”.



“Si bien no fue hace tanto tiempo, me ha costado demasiado llegar acá. Imagínate, tener un taller que me permite vivir de dibujar”.

Nos cuenta de su siguiente proyecto: casas de playa. “Las casas de Algarrobo tienen un zócalo de piedra de la zona, si te fijas. Entonces cuando vas, sientes esa sincronía entre las casas, una identidad algarrobina, por así decirlo. A veces también ocupan esa piedra para hacer una chimenea o para un muro”. Después de dibujar varias, podrá crear una lámina, una que cuente una línea entre las casas algarrobinas.



Ser parte del mercado de los oficios


“Ver a la gente reaccionar a mi trabajo ha sido espectacular y creo que eso ha sido el motor para sentirme parte de este mercado”. Desde hace unos años, participa en ferias donde cuelga sus obras y ofrece pequeñas y grandes ilustraciones, a la vez que le permite tener un contacto directo con el medio. “Encuentro muy lindo lo que generan esas instancias, un punto de encuentro entre gente que hace oficios donde hay una búsqueda, y del lugar como chileno, como representante de esta tierra”.

En las ferias, conversa con la gente, de los lugares, de los detalles, de historias. En la primera versión de Feria Fragua, que fue en el Palacio Pereira, llevó una ilustración del edificio, y ha empezado a hacerlo en todas las que participa, como un souvenir propio de los sitios que ha ido recorriendo. Las ferias sirven también como una ventana para ver qué está haciendo el resto, qué le inquieta, “y creo que nos vamos pensando y cuestionando otras cosas”. 

Taller Piña en Fragua en diciembre de 2024.


Entre los encargos, las ventas directas y las ferias, ha podido encontrar una manera de dedicarse a esto completamente. “Si bien no fue hace tanto tiempo, me ha costado demasiado llegar acá. Tener un taller que me permite, imagínate, vivir de dibujar”. Entre los estudios de arquitectura, el trabajo en madera y el estudio de la acuarela, ha creado una suma que reúne ese paso. Incluso el haber trabajado haciendo proyectos de retail, que era lo que menos le movía, también le enseñó para cuando empezó con la enmarcación. “Ahí también vi el teje y maneje de cómo se mandaba a hacer una tienda de cero, y eso me ayudó después, aunque fuese otros proveedores y otro mundo, pero igual tenía algo de similitud”.

 
 

“Ha sido bonito ver lo que me entregó todo lo que estudié. Tenía que hacer valer mis 6 años de estudio, y el proyecto que está saliendo con las casas ha sido muy emocionante porque reúne todo eso”.


Felipe Soto es arquitecto, ilustrador y enmarcador. Conoce más de su trabajo en @taller.pina.

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